Okay, te sabes la teoría del Design Thinking. Te han contado que es un proceso creativo colaborativo y que consta de 5 fases, donde se alternan momentos divergentes y convergentes: empatizar, definir, idear, prototipar y testear.
¿Pero cómo funciona realmente? ¿Por dónde se empieza? ¿Quién participa? ¿Qué tipo de desafíos se pueden abordar con esta metodología de innovación?
En la red nos solemos topar con ejemplos ficticios de Design Thinking y un par casos célebres de marcas internacionales, relatados a grandes rasgos. ¿Pero qué pasa con los detalles? ¿Cuáles fueron las clave que les llevaron al éxito en la aplicación de la metodología? ¿Y si quisiéramos escuchar una referencia más cercana en el tiempo y en el espacio?
Hoy te traigo un caso real de Design Thinking que he vivido en primera persona como consultora de innovación y facilitadora de talleres. Quiero compartirte esta historia de un cliente en Madrid y los pasos de nuestra colaboración, desde que detectamos la necesidad de resolver ciertos problemas estratégicos de manera diferente, hasta llevar a cabo la experiencia de diseño y plasmar 5 soluciones originales como resultado final. Espero que puedas encontrar alguna respuesta más a tus dudas sobre Design Thinking y la inspiración para animarte a probarlo.
Aquí va el vídeo resumen sobre el caso práctico de Design Thinking:
Y si quieres ver la grabación de la Masterclass completa (explicación más preguntas y respuestas), haz click aquí.
¿Te interesaría abordar tus retos desde una perspectiva radicalmente distinta?
¿Quieres apostar por la inteligencia colectiva y los talentos diferentes de tu equipo? ¿Buscas empatizar con tu cliente y aterrizar las ideas con agilidad?
¿Te apetecería vivir la experiencia del Design Thinking?
¿Qué tienen en común el Coaching, las Soft Skills y la Psicología Positiva?
En mi experiencia son primos hermanos 👍🏻
Un buen proceso de coaching desafía tus Soft Skills o habilidades blandas y te lleva a otro nivel gracias a su uso. Hacer coaching implica practicar la honestidad contigo mismo, aceptar que la situación actual no te satisface y actuar con valentía para cambiarla. Decidir contratar a un coach significa innovar, potenciar el pensamiento crítico, invertir en inteligencia emocional. Para que el coaching tenga éxito trabajarás en equipo, en tu gestión del tiempo, en la adaptabilidad. Junto a tu coach tendrás sin duda múltiples ocasiones para fortalecer tu comunicación y creatividad. Y todas estas son Soft Skills muy demandadas que sí o sí necesitas entrenar.
Por otro lado, la Psicología Positiva respalda el Coaching de Fortalezas y sienta las bases científicas de una filosofía optimista. Frases como «yo soy así y no lo puedo evitar», «pero es que a mí me pasó esto y lo otro y por eso soy infeliz» quedan invalidadas. Estudios sobre la Felicidad avalan lo contrario: las circunstancias no lo son todo, ni siquiera tu genética vale como excusa. Las personas felices lo son sobre todo por su actitud. Puedes ser feliz, tienes poder sobre ti mismo y tu destino. Si no, no habría espacio para el cambio ni el coaching. ¿Qué sentido tendría un acompañamiento profesional hacia tu crecimiento si fuera cierto que nunca cambia nada, que todo está ya decidido para siempre? Además, la Psicología Positiva señala que una de las claves para sentirnos plenos es reconectar con lo que se nos da bien – nuestras fortalezas – y «fluir» desde ahí. Otro pilar de la felicidad comprobado es disfrutar de vínculos sociales de calidad, algo que sin un buen uso de las Soft Skills sería imposible hacer.
En este breve vídeo sobre Coaching, Soft Skills y Psicología Positiva te cuento algo más 😉 (menos de 5 minutos).
Quizás resulte extraño empezar definiendo qué es Coaching a través de lo que no es, pero así es como me resulta más fácil contarlo 😬
Yo misma tenía la sensación de saber qué era, y mucha de la confusión procedía de una mezcla extraña con otros conceptos y actividades afines. Lo primero que sentía, digamos la verdad, era un amor-odio hacia esta disciplina. La relacionaba con Desarrollo Personal y Autoayuda, otras palabras con muy mala fama. Sentía atracción y a la vez dudaba. En mi cabeza tenía un «modelo americano» de conferenciante soberbio que grita en una gran sala «tú lo puedes todo, ¡muévete, joder!» y por otro lado una lista infinita de manuales breves del tipo «7 pasos para tener éxito«, «10 secretos para alcanzar la felicidad«: es decir, todo me sonaba a marketing simplista o agresivo, en cualquier caso, engañoso. A la vez creía que era solo para altos cargos con ganas de ganar más dinero y poder en su empresa, y que nada tuviese que ver conmigo y la inquietud de ser una mejor versión de mí misma. Por suerte me lancé a estudiarlo y a vivirlo en primera persona. Descubrí que estaba bastante equivocada.
Coaching no es psicología ni terapia. No es formación ni mentoring. No es lo mismo que una consultoría. La figura del coach tampoco se corresponde a la figura del entrenador físico, y no sólo porque su foco no está en lo exterior. Se parece más bien a una versión contemporánea de la mayéutica socrática, y así es como me encanta verlo, porque me reconcilia con mis orígenes, con la filosofía.
Cuando alguien se interesa por un proceso de coaching, me detengo en explicar estas diferencias. Es extremadamente importante distinguir qué pertenece al ámbito del coaching y qué no. Quiero que sepas cuáles son las reglas del juego. ¿Qué rol juega tu coach? ¿Qué rol juegas tú como coachee? ¿Qué puedes esperar de esa relación? Como en cualquier otro trabajo, es clave alinear expectativas, entender el alcance y el compromiso de las partes. El coaching no tiene todas las respuestas ni te entrega una fórmula cerrada. Pero puede ser mágico. Acelerar cambios que normalmente tardarías años en realizar o nunca harías, sin esa ayuda estratégica del coaching.
Te dejo un breve vídeo para que me pongas cara y profundices un poco más acerca de estas diferencias entre coaching y otras disciplinas. Aquí va👇🏻
¿Has oído hablar de Design Thinking? ¿Te suena el nombre de la metodología pero no te queda claro en qué consiste ni por qué está tan en boga? En este vídeo (si vas de prisa, scroll abajo 😛), haré que te acerques al mundo de la innovación y a algunas de sus armas secretas.
Design Thinking aparece para ayudar en contextos de gran incertidumbre, cuando problemas nuevos y complejos parecen bloquear el camino. Design Thinking abre posibilidades donde antes veíamos sólo amenazas.
Ofrecí esta Masterclass – vídeo a continuación – en la era pre-COVID (¿alguien se acuerda de aquello?), y subrayaba la importancia de esta propuesta de valor, la del Pensamiento de Diseño, vista la situación incierta en las que nos movíamos. A día de hoy no es necesario explicar qué significa vivir en una época de cambios exponenciales, porque todo el planeta lo está experimentando en primera persona.
¿Y por qué el Design Thinking es nuestro aliado? Porque la clave del éxito para “bailar bajo la lluvia” reside en ser muy flexibles y creativos. Con Design Thinking potenciamos la resiliencia, el pensamiento crítico, la empatía, la innovación.
Rediseñamos procesos, servicios, productos, negocios y personas.
Design Thinking o pensamiento de diseño viene a potenciar el problem solving, transformando nuestras creencias y resultados. A través de esta metodología los equipos encuentran soluciones originales a las dificultades presentes y futuras del negocio, construyen relaciones saludables, aprenden nuevas maneras de comunicar con eficacia. Los principios del Design Thinking te pueden ayudar también a nivel individual, y empujarte a dar un giro a tu vida personal y profesional.
Ya sabes, si quieres pensar de manera diferente y materializar ideas con estrategia y agilidad, empezar a practicar el Design Thinking es sin duda una excelente decisión.
¿Qué aprenderás en esta Masterclass sobre Design Thinking?
Qué es el Design Thinking.
Las 5 fases del Design Thinking, sus características y objetivos.
Algunas herramientas que utilizamos en Design Thinking.
Cuáles son los elementos esenciales para que un proceso de Design Thinking funcione.
Hace un mes aproximadamente mientras preparaba un taller sobre Feedback y Comunicación Eficaz se me ocurrió diseñar una encuesta para investigar acerca de ello. Porque la verdad es que Feedback es una de esas cuestiones «obvias» que por eso mismo obviamos y dejamos en el cajón de lo «no urgente» aunque importante. En realidad saber dar y recibir feedback tiene mucho peso e impacto en la vida personal y profesional de cualquiera. Y como verás en los resultados de la encuesta, aparecen ciertas contradicciones sobre las que reflexionar.
Por qué la encuesta sobre Feedback
La relevancia del Feedback es cada vez mayor. ¿Por qué? En este contexto tan cambiante, que produce inseguridad y tensiones, lo que hay que desarrollar con urgencia son nuestras Soft Skills, la capacidad de relacionarnos de manera productiva y conseguir objetivos sin perder nuestra salud mental y emocional por el camino.
En pleno momento VUCA, apostar por la innovación ya no es opcional: el COVID-19 y la avalancha de transformación que nos ha traído obliga la sociedad y las organizaciones a tirar de creatividad, y esa creatividad para solucionar retos complejos ha de proceder de la colaboración entre perfiles diferentes.
¿Y qué produce el trabajo en equipo, en general y especialmente en situaciones incómodas? Opiniones en conflicto, estrés, roces, incomprensiones, silencios incómodos, desmotivación, etcétera. No es fácil entenderse. Y ahora en remoto, ni te cuento. Damos por sentado que sabemos de qué hablamos cuando hablamos de Feedback y cómo gestionar este aspecto en las empresas, ¿pero es verdad?
Primeras reacciones a la encuesta sobre Feedback
Me puse manos a la obra para investigar de manera ágil y a ser posible divertida cuáles son las primeras impresiones que figuras profesionales destacadas del ámbito del marketing, la gestión del talento, el mundo agile y el coaching tienen con respecto al «temón» del Feedback. Lo quise sacar de su cajón y la experiencia fue realmente enriquecedora. Nació así un typeform de 8 preguntas con gifs incluidos. Algunas personas fueron tan amables que además de contestar, también dieron feedback acerca de la encuesta sobre feedback 😄
El Feedback es esencial
Parece ser que estamos de acuerdo. Para la mayoría de los encuestados este asunto es altamente relevante. En una escala del 1 al 10, el 85% ha asignado una nota entre 8 y 10 al Feedback cuando les preguntaba cuán importante es. Aunque prácticamente ni se enseña ni se estudia de manera formal, y casi todo lo que sabemos lo hemos aprendido «en el campo de batalla», tenemos claro que el Feedback es una asignatura vital.
La gente no sabe dar feedback
Eso es lo que pensamos la gran mayoría. El 72% cree que «la gente» (¿los demás?) a menudo ofrece su feedback de una manera incorrecta. También puede estar relacionado con que no tenemos formación sobre feedback y por eso fallamos mucho.
Dar feedback es más cómodo
Ha sido complicado formular esta pregunta (y contestarla, por lo visto, también). De hecho, más de una persona se ha «quejado» por no disponer de otra opción que fuera «me siento igual de cómodo/a dando y recibiendo feedback». Hasta hubo una profesional que me escribió para comentarme que dejaba el formulario por esa razón. Wow. Declarar una preferencia parece generar algún tipo de conflicto. Al principio había planteado dejar la tercera opción, pero tras un piloto y los comentarios de mis primeras «víctimas» me di cuenta de que la pregunta generaba cierto «rechazo» y contestar «me da igual» era una especie de «huida digna». Esta pregunta contiene la primera duda «maliciosa» que quería insinuar. Cuando se trata de Feedback todos jugamos en algún punto ambos roles: a veces damos, otras recibimos. Y quizás ambas situaciones sean complicadas. Así que una vez «forzados» a elegir, este fue el resultado: un casi-empate. El 52% se siente mejor a la hora de dar feedback (es más cómodo que recibir…o menos desagradable). El 48% declara en cambio sentirse menos incómodo recibiendo.
Feedback es colaboración, aprendizaje y mejora contínua
Todo el mundo aparentemente sabemos de qué hablamos cuando usamos la palabra Feedback, pero ¿si tuviésemos que relacionarla con 3 frases o conceptos? ¿Qué es lo primero que se nos ocurre? Ahí sugería alternativas variadas (entremezclando mi propia visión con otros lugares comunes y situaciones recurrentes). Hay un claro top 2 en las respuestas. Para el 91% de los encuestados Feedback significa colaborar, aprender y mejorar constantemente (actividades hoy más que nunca necesarias). Igualmente un 82% está de acuerdo en que Feedback son opiniones estructuradas y constructivas. No cualquier opinión es feedback (o al menos no aspiramos a que le falte estructura o espíritu constructivo). Además, el 38% lo relaciona con «sonrisas y gestos amables» y para un 17% feedback también son «cumplidos y halagos». Visto así, Feedback es maravilloso 🦄
Sólo un 16% lo relaciona con «una reunión tensa con tu jefe/a o subordinado/a» y un porcentaje algo mayor, casi 1/4, visualiza «un email largo con cosas que están mal». Aún menos personas lo vinculan con «malas caras y tono de voz alterado» o «quejas y peleas» (un 6% en ambos casos).
Ahora bien, ¿las respuestas reflejan lo que nos gustaría que fuera Feedback o la realidad del día a día? 🤔
También es muy interesante leer lo que contestaron quienes eligieron expresar con total libertad su idea de Feedback (más allá de las opciones propuestas). Han aparecido «verdades incómodas», «conversaciones sensibles«, «momentos tensos», «evaluación«, «análisis», «carga emocional», junto a palabras más esperanzadoras como «nuevas ideas«, «posibilidades», «escucha», «sinceridad», «apoyo», «confianza» y «respeto».
Todo apunta a que Feedback es un tema complejo y rico en matices.
«Yo siempre doy feedback bien»
Y aquí llegamos a otra de las preguntas «con truco». Porque la segunda, lo era.
La gran mayoría afirmamos que la gente da mal feedback. Pero cuando se trata de nosotros, otra gran mayoría dice que ofrece opiniones constructivas y con cariño. Algo no cuadra 😜. Ahora bien, es probable que los encuestados sean profesionales muy entrenados en el arte de dar y recibir feedback, pero también cabe la duda de que sea humano caer en la trampa de subrayar las debilidades de los demás y disimular las nuestras. Sólo un 33% admite intentarlo (¿porque quizás todos tengamos esa intención apriori?) y aún así no conseguirlo al cien por cien, porque es difícil. ¿Tú, cómo lo ves?
Suelo recibir «feedback negativo»
Nos encontramos con otra potencial contradicción. A la hora de valorar si escuchamos más a menudo feedback «negativo» (entendiendo en este caso, el feedback centrado en lo que no funciona) o «positivo» (el feedback que recalca los puntos fuertes), el 56% afirma recibir más a menudo el primer tipo. Por otro lado, cuando preguntamos qué tipo de feedback sueles dar más a menudo, se invierte la cifra. Entre líneas veo un «los demás tienen tendencia a quedarse con lo malo, y yo, en cambio, soy diferente y me enfoco más a menudo en lo bueno».
Lo peor es no recibir feedback
Okay, solemos quejarnos – y seguramente con razón – de que «la gente no sabe dar feedback». Pero ¿qué pasa si de repente nadie nos da feedback? ¿Es un alivio o una pesadilla peor? Un alto porcentaje estamos de acuerdo en que no recibir retroalimentación es incluso peor que recibir un feedback desagradable.
Mucho del talento se pierde porque los profesionales no saben si están haciendo bien o mal las cosas (¿quizás nadie tenga tiempo para contárselo?) y/o escasean la escucha, la amabilidad y un diálogo sincero que nos ayude a mejorar. Necesitamos percibir reconocimiento por nuestro trabajo y también inputs constructivos. En caso contrario, probablemente sufriremos por la falta de feedback hasta el punto de perder la motivación y «engagement» con la empresa e irnos. Seguramente hay varias estadísticas sobre la relación entre Feedback y Talento, pero más allá de los datos, te pregunto ¿en tu experiencia te suena haber vivido algo así o haberlo visto ocurrir en tu círculo cercano? Me encantará leerte en los comentarios.
¡Gracias por participar!
Y ya sabes: si te ha gustado, compártelo. Me haría mucha ilusión.
¿Sabes cuáles son? Son todas las competencias humanas, sociales, de creatividad, flexibilidad, comunicación, trabajo en equipo, etc, que te harán destacar cuando tengas que competir con otra persona con las mismas “hard skills” que tú.
¿Qué son las Hard Skills? Las “habilidades duras”, tus conocimientos y experiencias profesionales, lo que sueles reflejar en tu curriculum visible, vamos: los programas que manejas, los títulos que tienes y los hitos laborales alcanzados. Son las competencias técnicas que se supone que serán suficientes para llevar a cabo un determinado trabajo con éxito.
Pero ¿por qué hablamos de habilidades blandas?
Este naming me recuerda a algo tan desafortunado como en su momento lo fue hablar de “el sexo débil”.
Da la casualidad de que las mujeres suelen tener ventaja en estas habilidades llamadas Soft Skills. ¿Será por eso que empezamos a valorarlas, pero “sin pasarnos”?
Hablar de duro y blando, jerarquiza las dos tipologías de habilidades – como si de unas pudiéramos prescindir y de otras no.
Yo creo que las “habilidades blandas”, las que no se pueden ver claramente reflejadas en un curriculum ni en diplomas, son la clave.
Cuando tuve que seleccionar colaboradorxs para mi departamento, de manera espontánea me enfoqué mucho más en las Soft Skills que en las Hard Skills. Había profesionales con más años de experiencia y más títulos que sin embargo no me transmitían por su manera de hablar, pensar y actuar, la misma energía, pasión, amabilidad, capacidad de escucha e inquietud intelectual que otrxs, con bastante menos “logros oficiales” de los que presumir. Aposté por las personas con más “brillo”, aunque implicara enseñarles más sobre el trabajo en sí.
Y sinceramente siempre fueron grandes fichajes. Por supuesto hay un factor suerte, pero confío plenamente en esta teoría: la calidad humana ofrece mayores garantías de éxito que la cantidad de conocimientos técnicos.
Más que nada, porque la parte técnica es más fácil de aprender que las Soft Skills.
Alguien incluso podría pensar que las habilidades blandas son innatas o dependen de todo tu recorrido personal, sin posibilidad de mejorar nada. En plan, si es “buena persona”, lo es, y si no, nada. Lo cual sería un poco condena y un poco justificación, en plan “yo soy así”. Tampoco lo creo.
Sí, se puede evolucionar. Todo ser humano es un proceso, un proyecto en desarrollo, perfectamente imperfecto. Lo más complicado es darse cuenta de ello, aceptarlo y actuar a partir de esa verdad.
Quien invierte en su lado humano es quien tendrá más probabilidades de ser esx líder y compañerx de trabajo que cualquiera quisiera tener a su lado.
Se dice que las Soft Skills solo se adquieren en la vida diaria y que permiten a las personas integrarse con éxito en los ambientes laborales. En realidad las Soft Skills se adquieren (practican y mejoran) en cualquier lugar de tu existencia y son las que te permiten integrarte con éxito en la vida en general.
La distinción entre personal y profesional es otro asunto a debatir: lo profesional es personal. Por muchas pantallas que utilices, terminarás trabajando con humanxs y para ellxs. Te conviene saber cómo relacionarte contigo y más seres humanos, si quieres sentirte bien y hacer sentir bien a lxs demás, porque ese bienestar es la base de cultivo de un entorno altamente productivo e inspirador, el clima que todas las empresas quieren y necesitan para alcanzar su mejor versión.
Puedo admitir con menor recelo que las habilidades humanas se llamen “blandas” si las comparamos con el bambú, el material-símbolo de un verdadero éxito: la flexibilidad te permite sobrevivir a los cambios, como el bambú cuando se dobla con el viento y vuelve a su lugar, mientras la rigidez – aparentemente más segura – te condena a romperte ante nuevos desafíos. En este sentido, las Hard Skills podrían ser un magnífico objeto de cristal, un trofeo testigo de logros pasados, que algún día se podría caer y romper en mil pedazos (porque la sociedad/empresa ya te pide otros conocimientos muy diferentes – esto ha pasado y seguirá pasando con la «transformación digital»). No te agarres a ese trofeo: cultiva tus Soft Skills.
Con la llegada de las máquinas, o mejor dicho su sofisticación exponencial, todos los trabajos mecánicos se ven en peligro: lo automatizable, será automatizado. La humanidad debe volver a lo que realmente la distingue de su prolongación, la máquina. La máquina, por muy avanzada que sea, debería quedarse en su esencia: una herramienta a nuestro servicio, un instrumento para reducir coste y tiempo, acelerando tareas diseñadas por la humanidad y para su bien.
Los humanos no somos máquinas ni deberíamos aspirar a serlo. Las máquinas no son humanos, ni deberían aspirar a serlo. Aquí se abriría otro gran dilema filosófico que dejaré de lado ahora 😉
Si tomamos consciencia del entorno VUCA y de cómo las máquinas remplazarán muchos de nuestros trabajos, lo que sí urge es reconocer y potenciar nuestras capacidades estrictamente humanas: la introspección, la creatividad, la empatía, la capacidad de cuestionarnos, reír, querernos, disfrutar…
Vamos a contrarreloj, no tenemos tiempo, estamos “always online and never available”. Sin embargo deberías sacar un rato y leer “Vivir la vida con sentido” de Victor Küppers.
Perdónale un título quizás demasiado ambicioso y una portada que podría echar para atrás, porque su esencia es preciosa. Un libro es una pausa de la hiperconexión, y si lo disfrutas en papel aún más. Llegué a este “pequeño descubrimiento” gracias a un mix de situaciones casuales: una charla TED un domingo por la tarde y un amigo que justo tenía el libro de ese hombre que tanto me había gustado escuchar.
No es “lo último” ni falta que hace. En digital estamos tan acostumbrados a cambios constantes que en la carrera por captar la tendencia más novedosa existe una especie de estigma sobre quien comparte información con más de 24 horas de vida (exagero, soy una provocadora). Afortunadamente hay cuestiones que sobreviven más allá de los avances tecnológicos y temas sobre los cuales sigue teniendo mucho sentido reflexionar.
Tras años estudiando filosofía, es una especie de placer prohibido traicionar a los grandes pensadores con sus grandes egos y articulados sistemas, para leer obras que te hacen pensar sobre lo cotidiano, hablando desde la humildad y el sentido común. Pensar sirve para “poner en orden” y hacer que lo más importante sea de verdad lo más importante.
Entre muchas reflexiones, me quedaría con que “no eliges las cartas que te tocan, pero sí cómo las juegas”. Y ahí entra un concepto que quizás sea el corazón del libro: la actitud.
No es lo que te pasa sino cómo te enfrentas a ello.
Si imaginamos una fórmula para calcular el valor de las personas, sin duda empezaríamos a sumar: conocimientos, habilidades… y por último hay algo que ya no se suma: la actitud, el factor que multiplica.
Este texto es inspirador, muy fácil de entender y te recuerda cosas “obvias”, las que a menudo obviamos. Entre estas “obviedades” está el humor como una de las claves imprescindibles para que las cosas funcionen. Víctor me ha sacado más de una sonrisa a lo largo del “viaje” de la lectura, inspirándome para aplicar pequeños y grandes cambios en mi manera de ser y desde esta pequeña ventana me gustaría que vivieras la misma experiencia, para contagiarte la misma buena vibra 🙂
“Plantar entusiasmo en los demás” es un reto y oportunidad que no deberíamos dejar escapar nunca.